La poderosa erupción de un volcán submarino en Tonga ha provocado un desastre de gran magnitud. Hasta el momento, el evento ha dejado 3 victimas mortales, un número sin determinar de personas heridas e importantes daños materiales.
A esta difícil situación se le suma que el país se encuentra parcialmente incomunicado. Es que un tramo del cable submarino de fibra óptica que lo conecta con el mundo se ha dañado y su reparación podría tardar al menos dos semanas.
La comunicación, complicada hasta por satélite
El gobierno de Tonga dijo este martes que las comunicaciones nacionales e internacionales del país se cortaron después de la erupción del volcán, el pasado 15 de enero, y que actualmente trabajan para restaurarlas.
«Dos operadores de comunicaciones están trabajando en opciones satelitales para restaurar algunos servicios, incluido internet», dice la primera actualización oficial del estado de situación tras la erupción del volcán en Tonga.
Las autoridades señalan que la comunicación es actualmente posible pero restringida a teléfonos satelitales, los cuales pueden tener problemas para conectarse por la nube de cenizas, y radio de alta frecuencia (banda HF).
Uno de los operadores, Digicel, ha logrado brindar conectividad 2G limitada gracias a un enlace provisional entre la isla de Tongatap y Fiyi al utilizar una antena parabólica ubicada en la Universidad del Pacífico Sur.
Según Reuters, la reparación del cable de fibra óptica dañado, que se extiende por 827 kilómetros desde Tonga hasta Fiyi, depende de la llegada de un barco especializado de Port Moresby, la capital de Papúa Nueva Guinea.
«Por lo general, si todo va bien, [la reparación] tomaría alrededor de dos semanas», dice Craige Sloots, ejecutivo de Southern Cross Cable Network, una empresa especializada en la operación de redes de cables de comunicaciones.
No obstante, la restauración del servicio de internet podría tardar aún más si la actividad volcánica impide que los equipos trabajen con seguridad en el área. De momento, todo parece indicar que la rotura del cable está a unos 37 kilómetros de la costa de Tonga.
La situación deja en evidencia la dependencia de los cables submarinos de fibra óptica. Gran parte del tráfico de Internet se transporta a través de una red de 280 de ellos, los cuales se extienden en las profundidades por 1,3 millones de kilómetros.