La adopción canina tiene un efecto positivo. Pero cuando la persona pasa de cierta edad, puede que alguien piense que esa decisión debe sopesarse de mejor manera. Aun así, la siguiente historia ha tenido un desenlace increíble.
Johanna Carrington de 100 años de edad, decidió adoptar a una mascota. Lejos de pensar en la posibilidad de despedirse de este mundo, su deseo de vivir y compartir el mucho amor que tiene, la llevó a insistir en hacerse la cuidadora de un perro longevo.
Los años de infancia de Johanna transcurrieron en varios orfanatos alemanes tras quedar huérfana después los problemas que se tuvieron en aquella época entre países. Por esta razón, quizás entiende muy bien lo que significa no tener el apoyo de alguien más. Durante esta etapa gris, nunca pudo tener una mascota.
Una vez que en su vida adulta pudo mudarse a los Estados Unidos, pudo adoptar a varios animales. Junto con su esposo se hizo la cuidadora de varios caninos durante toda su vida, pero los cambios de circunstancias y algunos problemas de salud, hicieron que dejara de adoptar por un tiempo.
No obstante, su amor por los perros aún continuaba intacto. Ahora, con 100 años le expresó a su hija que le gustaría adoptar nuevamente. Su hija de 62 años le ayudó a conseguir a un perro con rasgos de Chihuahua de unos 11 años de nombre Gucci.
«Queremos que sigan teniendo ese tiempo juntos y que experimenten toda la alegría de sus años de vejez juntos», dijo Ensor, al medio de comunicación TODAY. «Sé que como amante de los perros, si llego a vivir tanto tiempo, espero que alguien me adopte porque no puedo imaginar mi casa sin un animal en ella. La vida es mejor con un perro, seas joven o viejo».
La anciana y el perro son la pareja perfecta. “Vino a la casa como si hubiera estado aquí antes. Fue notable. Me vio sentada en mi silla, saltó sobre mí y se sentó en mi regazo. Se puso muy, muy cómodo. Él era nuestro bebé de inmediato” dijo una sonriente Johanna.
Como la anciana ya no puede sacar a Gucci a pasear, su cuidador, Eddie Martínez, se comprometió a pasear y alimentar el perro a diario. Esto ha significado en la felicidad de todos los implicados. Aún cuando las fuerzas se pierden, los deseos de amar son reforzados por una cálida sonrisa.